Uomo viator, EXPERIENCIA, EL CAMINO PARA CONOCER LA REALIDAD
Textos para completar la lección “Diseño de la experiencia”
EX- PERIOR es decir, el itinerario de la razón que se sumerge
en la realidad y sale de ella cambiado, crecido.
Prof. Dedo Rigotti, lingüista de la Universidad de Lugano, Suiza.
Profesor de Comunicación verbal y Argumentación.
Prefijo ex: localiza la posición del que ha salido, del que ha pasado la prueba.
Experientia está formada por ex, el prefijo que quiere decir “fuera de”, y por perientia, que a su vez nace de la antigua raíz indoeuropea “per”, la misma del griego peirao y del latín arcaico perior, nuestro verbo intentar.
Razón y realidad se encuentran en la experiencia
Razón: exigencia de significado que nos constituye.
La experiencia indica la posición de quien atraviesa la realidad
y se somete a una prueba.
En este punto la sonda lanza un sep: hemos tocado un punto decisivo.
¿Que significa atravesar la realidad, ese algo distinto de mí
con lo que tengo que hacer las cuentas sometiéndome a la prueba?
No se trata de una prueba fatigosa sino de la prueba tranquila
de quien sigue un razonamiento, una demostración lógica;
no, aquí hablamos de atravesar la realidad una acción que
no se puede dar por descontada y que puede resultar peligrosa.
Sí, peligrosa, la realidad no es una capa helada sobre la que
podamos patinar y deslizarnos.
El viaje esconde el periculum, palabra que no por casualidad
pertenece a la misma familia que experiencia y
deriva de la misma raíz “per”.
El periculum es la puesta a prueba, por tanto el riesgo y por
consiguiente el peligro. No existe aventura sin periculum,
uno no sabe cómo terminará: decide la realidad, no nuestra cabeza,
pero hace falta correr este riesgo, merece la pena.
El experto es aquel que ha aprendido, que ha salido de la realidad
con una aptitud particular, aquel que ha cambiado con respecto
al principio, que ha crecido. En definitiva la experiencia es un probar,
sí, pero no un amontonar banal, como nos sugiere a menuda la sensibilidad contemporánea. En la relación con las cosas uno no se puede contentar con acumular sensaciones y emociones en una especie de almacén o depósito.
La experiencia es un hacer cuentas con las realidad, hacerse
cargo de la realidad, la realidad que esconde insidias y regala sorpresas.
Es un gran libro que tiene que ser leído. Lo importante es tener lentes,
estar preparados para comprenderla, actuar de modo que al final se
salga por la otra parte “con la mochila llena”.
Si la mochila permanece vacía, entonces no ha habido experiencia, sino algo mucho menos noble.
Está claro que no se puede viajar desprovistos.
Toda experiencia se ve favorecida si al partir se tiene una hipótesis que verificar.
Formular hipótesis es tarea de la razón, es más, de nuestra racionalidad. La razón construye sobre los datos a su disposición una plantilla, después la ponemos a prueba en nuestro itinerario. Al final evaluaremos el resultado.
Puede darse que:
· nuestro punto de vista funcione,
· que no se sostenga o
· que necesite correctivos.
Lo que cuenta es lanzarse allí donde las cosas se muestran y nos hablan.
Lo importante es estar, estar con nuestra razón empleada a fondo
en el esfuerzo de comprender, y ser leales con lo que sucede,
con lo que encontramos.
La experiencia, si se lleva a cabo hasta el fondo, supone hacerse
cargo del destino, del significado último de la realidad, de su
transparencia última.. Pero si yo hablo con la cabeza agachada,
sin levantar las antenas, si no estoy dispuesto a aprender,
a arriesgar , a correr el peligro de equivocarme en un
territorio desconocido, entonces el resultado será decepcionante.
Por consiguiente no me convertiré en experto o perito: aquel que
ha terminado el viaje y ha desarrollado una determinada habilidad,
de alguna manera ha llegado a la meta.
Seré tan solo un ser que actúa frenéticamente sin crecer,
sin hacer madurar su personalidad, sin encontrar
verdaderamente el reflejo último de las cosas.
Entonces descortezaré la realidad, sin poseerla.
“La experiencia es el camino que nos lleva a conocer la realidad y su benevolencia última, su positividad. Pero para estar en este nivel, es necesario poner en juego toda nuestra personalidad y toda nuestra razón, sin reducciones y sin prejuicios. Si no hacemos esto hemos perdido ya antes de salir.” BXVI.
BXVI dice que la fé y la razón habitan en la misma casa y están al servicio del hombre para que éste pueda alcanzar las cumbres claras a las que aspira su alma.
Tenemos una vida para llevar a cabo la empresa.
Existen puntos de abastecimiento: el primero es la cultura, es decir la estructura benévola con la que la realidad nos recibe. Cada pueblo ha elaborado una cultura propia: cuando nacemos se nos entrega una mochila propia llena de informaciones, sugerencias y códigos con los que utilizar las cosas en el momento en que nos salgan al encuentro. Carguemos la mochila y echémonos a andar, llenos de confianza. Esa pequeña palabra de dos letras, “ex”, indica que al final de cada etapa, y a la llegada a la estación, podremos hacer serenamente un balance de la expedición. Y habremos dado un paso adelante. También en el camino del diálogo con los demás, con los otros.
“Sólo aquel que tiene una experiencia verdadera, solo aquel que va al fondo de si mismo, puede comenzar un diálogo”.
Notas:
Kant, en Crítica de la razón pura (1781), el término experiencia viene a significar lo mismo que “conocimiento”, pero a diferencia de Galilei, para quien las matemáticas correspondían a la naturaleza misma de la realidad, para Kant conocer no quiere decir ya entrar en relación con la realidad y con el “ser” de las cosas, sino que quiere decir determinar los fenómenos de la naturaleza mediante las categorías de nuestra mente y por tanto construir “a priori” los objetos que conocemos con la sensibilidad y el intelecto. Es nuestra misma mente la que condiciona a priori aquello de lo que se puede hacer experiencia y aquello cuya experiencia nos resulta irremediablemente imposible. Pero si la exp. se identifica exclusivamente con el conocimiento científico, esto quiere decir que todo lo que no entra en estas categorías a priori –el significado de la realidad o la búsqueda de la verdad última de las cosas, la tensión hacia el bien o el fenómeno amoroso- no podrá ser conocido jamás, es decir, encontrado y comprendido por lo que es, sino solo “deseado” por nuestro sentimiento subjetivo o “impuesto” como deber “moral” de nuestra voluntad.
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